El dirigente social Juan Grabois volverá a encabezar este 24 de diciembre la llamada “Navidad solidaria”, una cena masiva destinada a unas 5 mil personas en situación de calle, que se realizará en la Plaza de los Dos Congresos. La iniciativa es impulsada por el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) y se desarrolla por noveno año consecutivo.
Bajo la consigna “Ninguna familia sin Navidad”, el operativo incluye comida, voluntarios, espectáculos y servicios básicos como duchas y atención sanitaria. Sin embargo, lejos de generar consenso, el evento vuelve a despertar fuertes cuestionamientos por su carga simbólica y su impacto real sobre los problemas estructurales que dice visibilizar.
[AHORA] "Este año la grilla de voluntarios está completa": Grabois pidió "donaciones" para la jornada solidaria de "Navidad en el Congreso". https://t.co/hrNyOcWVUt pic.twitter.com/5J5JihCfKz
— ElCanciller.com (@elcancillercom) December 16, 2025
Para sus críticos, la escena se repite cada diciembre con el mismo formato: una postal emotiva, cámaras, discursos y una fuerte exposición mediática que no se traduce en soluciones de fondo. La pobreza, la falta de vivienda y la informalidad laboral siguen intactas el 26 de diciembre, una vez que se apagan las luces del evento.
Desde distintos sectores se señala que la asistencia concentrada en una fecha simbólica refuerza una lógica de emergencia permanente, donde el hambre y la exclusión funcionan como escenario político antes que como punto de partida para una transformación estructural. “La pregunta incómoda siempre es la misma: ¿qué cambia al día siguiente?”, repiten las críticas.
El despliegue de recursos, comida, salud, contención, también expone otra contradicción: esas herramientas existen, pero solo aparecen de forma excepcional y en un contexto de alta visibilidad política, mientras miles de personas continúan el resto del año sin acceso sostenido a derechos básicos.
En el operativo participan referentes y dirigentes del espacio de Grabois, varios de ellos con responsabilidades institucionales o trayectoria política, lo que refuerza el cuestionamiento central: administrar la pobreza no es lo mismo que resolverla.
Así, la “Navidad solidaria” vuelve a instalarse como un gesto de impacto inmediato, emotivo y marketinero, que calma conciencias pero no incomoda estructuras. Una cena que dura una noche; un problema que lleva décadas.