Un grupo de siete jubilados se encadenó a las rejas del Congreso de la Nación en la previa de la tradicional marcha de los miércoles, con el objetivo de visibilizar el impacto del ajuste económico aplicado por el Gobierno de Javier Milei. La protesta comenzó el martes por la noche con una vigilia, mantas, reposeras, banderas argentinas y carteles en los que se rechazaba la política de “motosierra” y se convocaba a más personas a movilizarse.
Los manifestantes afirmaron que la situación se volvió insostenible debido a los recortes del PAMI, que redujeron coberturas y prestaciones médicas esenciales. Uno de ellos contó que le retiraron medicamentos que necesita y que, por falta de cobertura, debió dejar de tomarlos. También relató que esperó durante un año un turno con un cirujano: “No había médicos, no había turnos”, explicó, describiendo un sistema colapsado para adultos mayores.
La Policía Federal intervino a media mañana del miércoles y les informó que cortarían las cadenas, lo que obligó a los jubilados a modificar la acción simbólica antes de sumarse a la movilización semanal. La protesta se desarrolló en un clima de fuerte preocupación social, especialmente ante el contexto de inflación y pérdida de ingresos.
“La estamos pasando mal”, expresó uno de los manifestantes, quien explicó que su jubilación no le permite cubrir los gastos básicos. “No puedo vivir con este sueldo. No me alcanza. Menos mal que tengo mi casa, que la construí de joven. Si no, estaría bajo un puente”, afirmó. También advirtió que llegan las fiestas y que “no son para los jubilados ni los pobres”, porque “no podemos poner lo que corresponde en la mesa”.
La protesta dejó al descubierto el malestar creciente entre los adultos mayores, que denuncian un deterioro profundo en su calidad de vida y en el acceso a la salud.