Radiografía social

La UCA alertó por uno de los mayores niveles de estrés económico y social en dos décadas pese a la estabilización reciente

El Observatorio de la Deuda Social indicó que el impacto de la inflación 2023, el ajuste de 2024 y el deterioro del empleo siguen condicionando el bienestar de los hogares.
El Observatorio de la Deuda Social indicó que el impacto de la inflación 2023, el ajuste de 2024 y el deterioro del empleo siguen condicionando el bienestar de los hogares.

El Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA presentó su informe anual 2025 y advirtió que el país atraviesa uno de los momentos de mayor estrés económico y social de los últimos 20 años. Pese a la desaceleración inflacionaria y a la mejora parcial de algunos ingresos, la universidad concluye que las secuelas del bienio 2023-2024 continúan impactando en la vida cotidiana, con indicadores que se mantienen en niveles comparables a los de otras crisis profundas.

El estudio señala que la inflación 2023, que superó el 200 por ciento interanual en bienes, y el ajuste de 2024 provocaron una fuerte caída del ingreso real, una pérdida acelerada del empleo de calidad y un incremento de las privaciones en los hogares. Aunque en 2025 la inflación se redujo a valores cercanos al 30 por ciento anual, la UCA advierte que la sensación de fragilidad económica persiste, especialmente en los sectores bajos y medios-bajos.

Los hogares reportaron una insuficiencia creciente de ingresos, alteración de prioridades de gasto y un “desborde financiero” que se profundiza en los estratos vulnerables. La precarización laboral se consolidó como fenómeno estructural: más del 50% de los trabajadores continúa sin aportes, un nivel similar al de mediados de la década de 2000. La pérdida de estabilidad laboral aparece como uno de los factores más vinculados al aumento del estrés entre adultos ocupados.

El informe también detectó privaciones sociales en niveles elevados. La inseguridad alimentaria severa alcanzó en 2023-2024 su valor más alto desde 2010, principalmente en hogares con niños, donde las carencias duplican o triplican a las de hogares sin menores. Si bien hubo una leve mejora en 2025, los niveles actuales se asemejan a los de otras etapas de recesión.

El acceso a la salud mostró retrocesos vinculados al aumento de costos, la caída del empleo formal y la menor cobertura de obras sociales. A su vez, la jubilación mínima perdió poder adquisitivo hasta ubicarse en valores reales similares a los de 2004-2005, incluso con bonos compensatorios. En contraste, la AUH y la Tarjeta Alimentar duplicaron su valor real tras el ajuste, lo que permitió contener parcialmente la indigencia sin revertir déficits estructurales.

La UCA remarcó que el país arrastra desde hace dos décadas un núcleo duro de pobreza del 25%, prácticamente invariable bajo distintos gobiernos. Incluso con la baja reciente en la pobreza por ingresos, el nivel actual es comparable al de las crisis de 2018-2019 y 2022-2023. Además, la informalidad laboral continúa en ascenso respecto a 2011, mientras el bienestar psicológico sigue deteriorado desde 2010, con picos en la pandemia y en 2023.

El organismo concluye que las mejoras de 2024-2025 responden principalmente a la estabilización inflacionaria y a la recuperación parcial de ingresos, pero subraya que el estrés económico y social sigue siendo elevado, sin señales de recomposición profunda. Según la UCA, el país enfrenta un desafío estructural: generar empleo de calidad, garantizar acceso a derechos básicos y reducir brechas históricas para que el alivio estadístico pueda traducirse en bienestar sostenido.

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