Rompiendo las reglas: ¿Cómo se organizan los bonaerenses para armar fiestas clandestinas?

Se arman grupos cerrados en las redes y se mandan localizaciones privadas. Los lugares elegidos son campos o quintas de difícil acceso.

El Ministerio de Seguridad bonaerense difunde números de teléfonos para que los vecinos denuncien y amenazan con multas de hasta tres millones de pesos para organizadores, concurrentes y propietarios. Sin embargo, las fiestas clandestinas se siguen multiplicando en el conurbano, en lugares cada vez más escondidos y al aire libre.

Tras una invitación encriptada y con una localización privada compartida por WhatsApp, cientos de jóvenes que buscan divertirse desafían las reglas y van por calles de tierra sin iluminación con la ilusión de que el dato que tienen sea cierto. Los lugares elegidos para estas fiestas son inhóspitos, tanto que es casi imposible cruzarse un patrullero en el camino.

Al cruzar la puerta de ingreso, el personal de seguridad se encarga del cacheo, pero también rocía alcohol en las manos de los que entran. Además, exigen que todos lleven puestos los tapabocas, aunque una vez adentro esta situación es más complicada de controlar.

“Es esto o pasar hambre”

Daniel es uno de los organizadores, y contó que los que trabajan en la noche están “pasando tiempos muy difíciles” y que si no hacen esto “solo les queda pasar hambre”.

Juan, que a pesar de que está vestido de payaso es un trabajador de la noche, reflexionó: “Estuvimos un año encerrados. Hicieron marchas entre otras cosas y nadie les dijo nada. Ahora déjennos disfrutar un rato”.

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