Covid-19: del amor y paz a la miseria humana

Cuando todo empezó casi nos convencemos que luego de esta situación el mundo sería más humano, con respeto por el otro, amando la naturaleza, etc. Cantábamos en los balcones y aplaudíamos a las 21hs.

Parecíamos pintores con una paleta de colores pastel que íbamos a pintar la Aldea Global, mientras los niños del mundo cantaban villancicos corriendo por las praderas verdes.

En aquel momento me permití dudar basado en un hecho histórico, ¿Si hubo una Primera Guerra Mundial con millones de muertos, como es que luego hubo otra? ¿No aprendió el hombre? ¿Porque esta vez sería distinto?

Y acá estamos, la realidad nos pega en la cara, los miserables y egoístas lo seguirán siendo aún ante la peor catástrofe de la humanidad.

Detractores de todo lo que se hace, se quejan si estamos en fase 1 o en fase 4, si nos encerramos, pero también si nos abrimos. Si abren los aeropuertos y si los cierran. Si hay vacunas y son rusas nos envenenan, pero si no hay se enojan más, y sino porque no están las dos dosis. Lo importante es quejarse.

Aplauden a los países vecinos hasta que ven los cementerios llenos. Marchan por las clases, por si hay y por si no hay también, si son virtuales y si no lo son. Sería bueno ver cuántos de esos controlan los cuadernos de los niños, los corrigen, ayudan a los docentes.

Se quejan desde los programas de chimentos por las tardes sin siquiera preguntarse, y como es que ustedes son esenciales para moverse ¿Son esenciales Rial o Ventura?

Dejemos que se quejen, pero no lo hagamos nosotros. Cada uno pongamos lo que mejor para cuidarnos y cuidar al otro. Pongámonos la 10 y contagiemos responsabilidades.

Colectivamente no podemos, por eso DEMOS VUELTA LA ECUACIÓN, que las pequeñas cuotas de lo mejor de cada uno que aportemos, sean la SUMATORIA DE UN PROYECTO COLECTIVO, simple, sencillo y claro: BAJEMOS LA CURVA.

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