Una enfermera advierte sobre el peligro del coronavirus: "A los que no se cuidan, los invito a pasar 15 minutos por terapia intensiva"

Hace 30 años que Silvia Franco trabaja en su profesión y, desde 2020, le da una batalla sin respiro al COVID-19. Hoy está preocupada por la ferocidad de la segunda ola.

Desde los 20 años, Silvia Beatriz Franco trabaja como enfermera en el Hospital Italiano y, hace 14 años, se desempeña en la Unidad de Terapia Intensiva. Llegó muy joven desde su Jujuy natal y en los primeros años en la ciudad, veía a sus dos primas que trabajaban como enfermeras en el Hospital Británico, aunque nunca imaginó que esa sería su verdadera vocación.

Hoy, sus 30 años de experiencia en enfermería la encuentran batallando en la primera línea contra el COVID-19 y con cepas aún más mortales que las de 2020. Sin embargo, y a pesar de que ya se contagió junto a su familia, no baja los brazos ni por un segundo y está dispuesta a darle una dura batalla a esta pandemia.

En el Hospital Italiano, la Unidad de Terapia Intensiva es abierta, así que los familiares pueden ingresar a visitar y acompañar a los pacientes durante una o dos veces al día, luego de que los enfermeros los ayuden a colocarse el equipo de protección, que es tan completo como el que utilizan ellos mismos para no contagiarse. Se implementan todos los cuidados de seguridad y se les explica el modo en que pueden desenvolverse.

“Les digo siempre que, aunque la persona esté dormida, el oído nunca se pierde. Los acarician, les llevan una medallita, les dejan una cadenita o una foto del nieto. Se pueden acercar al paciente porque tienen exactamente el mismo equipo que nosotros. El familiar se va más tranquilo porque, además de haberlo visto, puede ver cómo lo cuidamos y cómo se maneja la terapia intensiva”, relató Silvia al medio Infobae.

Como enfermera, también se involucra en el bienestar de sus pacientes y muchas veces le tocó acompañar a personas que estaban internadas y que no sabían que habían perdido a un familiar.

“Un chico lloraba porque su madre también se había contagiado de COVID-19 y estaba internada en otro sector del Hospital. Me hablaba de su mamá, me preguntaba por ella, pero la mujer había fallecido. El chico estaba tratando de recuperarse de un cuadro severo y la familia no quería que se enterara, porque iba a ser un golpe muy grande y tenían miedo que desmejorara. Eso fue durísimo”, afirmó con preocupación.

Para poder recuperarse, algunos pacientes pasan muchos días en Terapia Intensiva, donde la mayoría son colocados en posición decúbito prono (boca abajo) para que los pulmones se expandan mejor. Sin embargo y a pesar de que algunos se encuentran adormecidos, los enfermeros se acercan, les toman la mano, les muestran las fotos de sus familiares, les hacen videollamadas con sus afectos y les hablan con voz suave para tranquilizarlos, aunque la mayoría de las veces, ellos ni siquiera pueden responderles.

“Todo lo que sucede es muy fuerte desde el punto de vista emocional. Una compañera, de 37 años, estuvo internada acá. Yo le preguntaba si me escuchaba y ella, como no me podía responder, se ponía a llorar. Cuando los pacientes están más lúcidos, los hacemos hablar por teléfono con sus familiares, les contamos cómo están, los distraemos con chistes, les ponemos música y les dejamos la televisión encendida”, contó.

Por último, relató una difícil situación que le tocó vivir a lo largo de esta pandemia por los distintos fallecimientos: “Lloré muchas veces porque no pudimos salvar a un paciente. Nosotros trabajamos con seres humanos y no con máquinas; con personas que tienen a sus familiares esperándolos en sus casas, con gente que tiene una historia, una vida. Siempre digo que, el día que deje de sentir esa sensibilidad y esa angustia, tengo que dejar mi profesión y dedicarme a otra cosa”.

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