Marcelo Pacifico, abogado

Reelección legislativa: el mal enfoque del debate

¿Prohibir la reelección legislativa fortalece la democracia o debilita el control al poder?
¿Prohibir la reelección legislativa fortalece la democracia o debilita el control al poder?

El reciente artículo de La Nación, firmado por Juan Carlos De Pablo, reabre una discusión necesaria pero, a menudo, mal planteada: la posibilidad de reelección indefinida para los legisladores bonaerenses.

Lamentablemente, el tema suele analizarse desde la óptica del privilegio, el oportunismo o la viveza política, cuando en realidad deberíamos encararlo desde una perspectiva más profunda: la de la gobernabilidad democrática y la división de poderes. El principio republicano que consagra la división de poderes es la clave de un sistema diseñado para evitar abusos.

Cada poder tiene su lógica y sus mecanismos de control. El Poder Ejecutivo, por su naturaleza concentradora, tiende a expandirse y excederse. Por eso se le impone un límite claro: una sola reelección inmediata, y luego, a casa. En el otro extremo, el Poder Judicial necesita estabilidad para fallar con independencia, sin temor a represalias del poder político.

Por eso se le garantiza continuidad mientras dure la buena conducta. Su función no es jugar en la arena política, sino aplicar el derecho, incluso -y sobre todo-cuando molesta al poder de turno.

¿Y el Legislativo? Es el único poder con mandato popular directo cuya función principal no es gobernar, sino controlar a quien lo hace. Fiscaliza, legisla, representa y, sobre todo, limita. Pero para cumplir ese rol, necesita algo que escasea en la política actual: experiencia, formación y memoria institucional.

Sin eso, solo tendremos legislaturas amateurs. El cuestionamiento a las reelecciones indefinidas puede sonar seductor, en sintonía con el espíritu de época, pero resulta riesgoso cuando se aplica sin matices.

Dos mandatos de cuatro años no suelen ser suficientes para formar un legislador que conozca los procedimientos, domine los temas y tenga herramientas para enfrentar a un Ejecutivo que llega con equipos técnicos, recursos y, muchas veces, con la lapicera de las futuras listas legislativas en la mano. Pretender eliminar toda posibilidad de continuidad parlamentaria con argumentos antipolítica es, en el fondo, debilitar el equilibrio republicano.

Nadie propone reelección indefinida para gobernadores o intendentes, porque ellos concentran un cúmulo de poder y recursos. Pero permitir la continuidad de legisladores valiosos-que superen el examen del voto y de la transparencia- no es un privilegio: es una necesidad del sistema No se trata de blindar a nadie ni de eternizar cargos.

Se trata de construir un Parlamento a la altura de sus responsabilidades, muy lejos del espectáculo penoso que ofrecen muchas sesiones. Un cuerpo que no sea ni apéndice del Ejecutivo ni una pasantía rotativa. Porque gobernabilidad no es obediencia: es equilibrio. Y eso solo se logra con legisladores que, además de representar, sepan lo que hacen.

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