Por Daniel Spadone

Chorros eran los de antes

Un texto cargado de sarcasmo cuestiona la doble vara judicial en Argentina y señala a la hermana del Presidente en medio de nuevas denuncias de corrupción.
Un texto cargado de sarcasmo cuestiona la doble vara judicial en Argentina y señala a la hermana del Presidente en medio de nuevas denuncias de corrupción.

Qué tiempos aquellos en los que se decía “roban pero hacen”. Esa frase hoy es pieza de museo, casi como un billete de un austral o una birome que no se chorrea.
Lo de ahora es más simple y cruel: solo roban.

La jefa espiritual de lo que va quedando de la Nación después de la motosierra, la hermanísima Karina, otra vez acusada de corrupción.
La corrupción siempre es mala… aunque, ojo, no para todos. Mejor dicho, no para la Justicia.

En los tribunales argentinos la corrupción funciona como el colesterol: hay “buena” y “mala”.
La mala, obvio, siempre
es la peronista. No importa si el implicado es consejero escolar, presidente, rey de bastos o polizón : si es peronista, la Justicia ajusta la mira telescópica.

Ahora, si el sospechoso viene de la derecha prolija, vive en un country pegado al juez, paga expensas equivalentes al sueldo del magistrado (solo las expensas para lo otro -el audi, los trajes armanis, los zapatos de cuero a medida, el rancho- Su Señoría hace alguna changuita), es rubiecito –o pelado, porque ahí aplica el beneficio de la duda sobre el color original del cabello–, y manda a los chicos a colegios que siempre empiezan con Saint…, bueno… entonces la corrupción no es tan grave.

Ahí empiezan todas las garantías jurídicas: incluyendo que las pericias de los celulares las haga Patricia Bullrich; que los audios, mágicamente, no sean del protagonista —al que igual echan después de hacerse públicos—, sino que podrían ser de Cherutti o de Fátima Florez. Y si algún celular resulta demasiado incómodo, se abre antes y se vacía, como el de Millman.

En este contexto, los argentinos deberíamos armar nuestro propio catálogo de justicia casera, una especie de instructivo popular:
• Regla 1: si alguien acusa a otro de chorro y ese otro responde en menos de 24 horas mostrando pruebas, es Inocente.
• Jurisprudencia: Pamela David acusa a Karina Milei de usar un reloj de 35 mil dólares. Doce horas después, la acusada lo desmiente en X y muestra el reloj enojadísima: Inocente.
• Regla 2: si alguien acusa a otro y el acusado calla, no acusa recibo, y el primero termina eyectado del gobierno, entonces el acusado es Culpable (aplicando el viejo dicho: el que calla, otorga).
• Jurisprudencia: Spagnoulo / Karina Milei y otros.

Pasamos a detallar los otros de la carátula:
• Milei Javier, de profesión presidente, especialista en crecimiento con y sin dinero (nunca dijo para quién era el crecimiento).
• Menem, sin importar el nombre de pila cualquiera encaja en alguna carátula o tipo penal.
• Vocero presidencial que se queda mudo ante un caso: Culpable.
• Jony Viale, Wiñazki, Trebucq, Feinmann y Fantino exigiendo repreguntas: Culpable.
• Majul sorprendido y horrorizado: Perpetua.
• El presidente divagando sobre economía sin hacerse cargo del tema: inimputable por habitualidad manifiesta.
• Funcionario diciendo “ahhh, pero los K” testigo rechazado por inhabilidad moral (porque se suponía que habían llegado para ser distintos). En cualquier caso momento acusan a Karina de ser de La Cámpora.

Así empezó todo, con la consigna “Kirchnerismo nunca más”. Qué inoportuna la frase. Al final, parece cierto que todo tiempo pasado fue mejor: a pasos de “Vuelvan, los perdonamos”.

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