Lo que en muchos lugares parece un sueño, en Países Bajos ya es una realidad: no existen perros callejeros. Este logro es fruto de décadas de trabajo coordinado entre el Estado y la sociedad civil.
El gobierno implementó programas de castración gratuitos, acompañado de campañas masivas de vacunación y esterilización, mientras que las organizaciones de rescate y la ciudadanía asumieron un rol clave en la adopción responsable. Además, las leyes sancionan con severidad el maltrato y el abandono animal, lo que desincentivó conductas históricamente naturalizadas.
Gracias a estas medidas, el país europeo se convirtió en un ejemplo mundial de cómo el compromiso social y político puede transformar realidades. Su experiencia muestra que, con decisión y empatía, es posible alcanzar un modelo donde cada animal tenga un hogar.