¡Orgullo marplatense! Una abuela se vacunó y en una semana cumple 114 años

Casilda Benegas, la mujer más longeva de la Argentina, fue inoculada en Mar del Plata con la primera dosis de Sputnik V.

Hagan lugar porque las velitas se cuentan de a puñados. Hay que contar bien, pero deben ser 114 las que luzcan el próximo 8 de abril sobre la torta que le van a preparar a Casilda Benegas, la abuela que le acaba de poner el brazo izquierdo a una dosis de Sputnik V que la confirma como la mujer más longeva en la Argentina y una de las cuatro con mayor edad en el mundo que recibe la vacuna para prevenir el coronavirus.

Una enfermedad que conoce y bien, cuando en diciembre último no pudo esquivar la ola de contagios que alcanzó a casi toda la comunidad del “Hogar Abuela Coca”, donde vive y la cuidan desde hace tres años.

Casilda nació en Paraguay en 1907. Vivió niñez y adolescencia en el norte argentino, entre Jujuy y Chaco. Cuando se casó pisó por primera vez Mar del Plata, donde se instaló hasta que con su marido se mudaron a España. Tuvieron dos hijas, una de 87 años que aún vive, pero no está en condiciones de visitarla. Y regresó finalmente a esta ciudad, donde es la mimada del grupo y con periodicidad es visitada por su bisnieta, Mayra. “Es una gran felicidad que la hayan vacunado”, dijo, contenta por este paso que dio su bisabuela.

Según se pudo conocer, entre las vacunadas que la superan en edad en todo el mundo están Antonia da Santa Cruz, que tiene 115 años y vive en Brasil; María Branyas Morena, de España, y Phillips Ridgway, de Canadá, que ya cumplieron 114.

La vacuna le llegó a partir de un operativo organizado por la delegación regional de PAMI, que la tienen como personaje destacado entre la enorme comunidad de beneficiarios que tiene el distrito. Según indican las estadísticas, en Mar del Plata uno de cada cuatro habitantes es mayor de 60 años. “Para nosotros es una gran satisfacción poder avanzar con la vacunación entre nuestros abuelos”, dijo Fernando Mogni, responsable del organismo en Mar del Plata.

Ya escucha poco, pero sí lo suficiente como para atender a los llamados y entender cuando se le habla bien cerca. Una oportunidad que tienen Nancy, Romina, Zunilda, Cecilia y Antonella, sus cuidadoras, para dejarle siempre un beso después de cada mensaje que le hacen llegar con buen tono y casi al oído.

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