La historia de la humanidad significó la búsqueda constante de la libertad. Líderes mundiales levantaron sus banderas, Luther King y su inolvidable discurso "I have a dream"; Mándela, liberando una oprimida Sudáfrica; Berta Caceres en Honduras; nuestro San Martín y Bolívar liberando Latinoamérica; Juana Azurduy cuando la libertad olió a perfume de mujer.

Todos imbuidos de la libertad como estandarte cuando se la defendía con la sangre.

Ahora bien, como llegamos hasta acá, donde la libertad la defiende Patricia Bullrich y se sustenta en poder salir a cenar después de las 12 es una intriga tragicómica, que sería divertida si lo dijera Tato Bores con libreto de Scaciotta. Lo peor es que es real.

No derramemos más sangre ante semejante empresa: CENEMOS A LAS 20 hs.

Que no caigan más soldados por no poder ir a bailar: VOLVAMOS A LAS MATINÉE. Y ya que estamos, que vuelvan los lentos.

Que no rueden más cabezas porque nos cierran los bares de copas: EMPECEMOS A MATAR LAS PENAS DE AMOR UNAS HORAS ANTES.

Estamos perdiendo la libertad por no conciliar el sueño de 00 a 6 de la mañana, ojalá el gobierno saque el plan: Netflix para todos.

Es triste escuchar: ¡RESISTIREMOS! Otra palabra endulzada, light, degradada. Donde quedó la resistencia de Noruega o la resistencia peronista ante el golpe del año 1955.

Ahora se resiste a no circular durante 6 horas, eso sí, no se resisten a los respiradores cuando llaman desesperados al 144 o 911 o 142, ahí recogen las banderas. Antes eran revolucionarios, mientras que ahora caranchean desde TN, comandados por los generales Leucos, Morales Solá, y Wiñazky.

Que tristeza ver como naturalizan la muerte, hasta que les toca, porque nadie mezquina salmuera cuando es de otro lomo el tajo.

Ah, ya que estamos cambiando las cosas pintemos: LUCHE Y NO VUELVEN JAMÁS.

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