Discutir el Garrahan es increíble y mucho más difícil de digerir que su personal sean cuestionados por marginales de la política como las Diputadas Santillan y Lemoine.
La excelencia versus la mediocridad.
La inteligencia contra la ignorancia.
La dedicación contra el oportunismo.
El amor genuino por los besos alquilados de gaterio.
El mundo del revés hecho realidad, un médico pidiendo limosnas y siendo juzgados por gente sin cultura, chata y con un desconocimiento de la realidad que las aleja de todo sentido común imprescindible para tomar decisiones desde el Estado.
Una planilla de gastos tiene más peso que miles de corazones que siguen latiendo gracias a esos guardapolvos blancos.
Respiradores, cables, máquinas, tubos, ruidos, urgencias.
Horas de sueños por recuperar, guardias eternas, cosas de todos los días que desde arriba no se ven.
Las zapatillas chatitas de los pasillos en contracara a los tacones altos sobre las alfombras mullidas de los despachos oficiales o el Congreso.
La decadencia grita desde los sets de canales de TV amparadas en la impunidad mediática que no repregunta, como si ellos no tuviesen hijos o pensarán que los sobres son escudos contra la salud.
Malas noticias: OSDE también deriva al Garrahan, simplemente porque son los mejores.
La salud pública no tiene ideología, pensar que los que van al público son solo los zurdos resulta jocoso, es como creer que los ricos van solamente al infierno.
Escuchar a altos funcionarios decir que un hospital es “eminentemente” un gasto público es no entender a la Argentina y su historia.
Esa manía de estos ignorantes de destruir lo que funciona bien ante la parálisis social, solo movilizada por los que hicieron uso del Hospital y su gente resulta doloroso.
Un meme lo ilustra: Todos fuimos Nisman, Todos fuimos el campo, Todos fuimos Vicentin, no te parece que ahora todos debemos ser el Garrahan.
Con juntar tapitas ya no alcanza.