Ritondo: vergüenza ajena que debería ser propia.

Repudiable desde el lugar que se lo mire.

Como pretender que la sociedad salga de la crispación en la que está inmersa si quienes nos deberían representar son violentos.

Como no sentir asco si un día los vemos con un cartel "ni una menos" y al otro en una actitud de misoginia explícita.

Como no sentir que subestiman nuestra inteligencia viéndolos condenar en los sets de TV la violencia en el fútbol o en las calles si ellos la ejercen en la HONORABLE cámara de diputados.

Machistas de cartón, a los que habría que atenderlos como en el barrio.

Gestos obscenos que no asustan a nadie sino fuese por el decoro y la delicadeza que la Cámara se merece. La convirtieron en un chiquero donde patinan el barro hasta los radicales que siempre cuidaron las formas.

Increíble como un partido de la Ciudad de Buenos Aires se está llevando puesta no solo las banderas del radicalismo sino hasta sus buenos modales.

A ellos les debería caber la vergüenza ajena.

Ritondo un macho que se siente impotente ante el juego de la democracia, que judicializa la política, pero se ofusca cuando los otros responden a eso.

Debería saber que las negras también juegan.

Y en todo caso para la impotencia hace rato que existe Viagra.

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