Todo el tiempo despotricando contra los congresistas, que son vagos, que son caros, que son casta.

Pero hoy resulta que son imprescindibles y baratos si se mide como todo: costo/beneficio.

¿No nos saldría más caro, acaso, vender el Banco Nación (que si es por el trato de muchos de sus empleados levantaría las dos manos, pero pensemos en el mal menor) o YPF, entregando nuestra soberanía energética?

¿O quedarnos sin línea de bandera que, por ejemplo, nos trajo las vacunas y repatrió a los judíos en plena guerra?

¿No sería más costoso entregar el Fondo de Garantía de Sustentabilidad de ANSES, que terminar con nuestro precario sistema previsional?

¿No es más caro darle poder absoluto, delegándolo a un presidente que no sabemos aún si está cuerdo, si registra el sufrimiento al que está sometiendo al pueblo con un ajuste histórico, que se preocupa más por los dichos de periodistas, agrediéndolos con la complicidad de sus propios colegas impresentables como Joaquín Morales Solá que hace silencio cuando antes cacareaba como una gallina clueca?

Darle la suma del poder público a un presidente con equipo prestado, rodeado de los que salieron terceros... ¿A quién se lo damos, a Karina, Caputo, Cavallo, Mauricio y Antonia? Cabe aclarar que la pequeña dotada nieta de Franco, fue la que le indicó al papá que apoye a Milei, o tal vez a Conan.

¿Cuán costoso es entregar el país? Ya sabemos el costo: 2001.

Cuando la locura es manifiesta, la cordura se impone en nombre de diputados y senadores y, sino que Dios y la Patria se lo demande.

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