Las grandes tragedias son enormes oportunidades.
No sólo nos dejan dolor y desolación en lo mediato para los que la vemos a la distancia, e inmediato para los que la padecen, sino en muchos casos sacan lo mejor del ser humano: la empatía.
Bahía Blanca llega en medio de un pretendido cambio, trantando de imponerse desde una batalla a la que denominan “cultural”, donde sus principios básicos son:
-arréglatelas como puedas.
-el mercado lo resuelve todo.
-el Estado debe ser detruido.
-los privados se ocuparán.
Una batalla que creíamos perdida ante la apatía de la gran mayoría de nosotros ante las marchas contra los jubilados por poner un ejemplo.
Cuando la ley del mas fuerte se imponía, las Fuerzas del Cielo, que parecen no tener dueños ni exclusividad, nos dieron un cachetazo que nos despertó del letargo.
Sonó el despertador de una siesta pesada de 14 meses, nos despabiló aflorando lo mejor de nuestro pueblo: La solidaridad, el amor, el abrazo a la distancia y poner el hombro para quien siquiera conocemos.
Es maravilloso como la sociedad les dice de nuevo a los políticos sigan con sus chicanas berretas, sus shows de falsos preocupados vestidos con trajes de fagina.
Con su circo del siga siga rodeados de payasos aplaudidores disfrazados de periodistas.
Ya les vemos lo hilos.
Ríanse en nuestras caras de las desgracias que siempre son ajenas.
Nosotros nos bancamos entre todos.
Codo a codo con nuestros compatriotas aunque no sean vecinos, porque así son los brazos de los argentinos, gigantes, esa es nuestra fortaleza, el amor hecho lucha cuando las cosas nos pasan. Vienen a lo largo de la historia, lo hicimos otrora con los San Juaninos o con los españoles, ni los mares son distancia.
Ahí estamos como haciendo hechos las palabras de Ortega y Gasset: Argentinos a las cosas.
Bahía nos ayuda a que los incrédulos sobre el valor del Estado vuelvan a creer en El, si se quiere no vivir enamorado sino a cuidarlo por necesidad. No se ve al Mercado ni a los capitales extranjeros socorriendo mojados hasta el culo, sin dormir, ni siquiera trasnfiriendo grandes montos a un CBU o de alguna plataforma Cripto.
Ahí estan los voluntarios anónimos por lógica, no porque se esconden detrás de cuentas para que no los rastreen.
Doña Rosa que saca el barro de la casa de Pedro, que fue a ayudar a bajar a Juan, que esta junto a su perro -al que se niega a abandonar- esperando en el techo de su casa.
Fue junto con Cacho arriba del gomón, que les prestó el bicicletero de la esquina, al que le gusta pescar y tiene uno.
Gente común, de carne y hueso, sin estridencias, a la que no les sobra nada y separa algo de lo poco que tiene para el que está peor.
Bahía Blanca, que como destacó el pibito Colapinto queda en Argentina, nos necesita a todos.
Increíble ese posteo, no porque no fuera absolutamente necesario, sino por la dura realidad que implica que el Presidente de TODOS LOS ARGENTINOS, haya viajado 9 veces a los EEUU , mas no se cuántos a Europa y no le interese conocer nuestro pais.
Se siente grande entre los poderosos a los que le regala todo y chiquito entre débiles a los que les dice: Ustedes podrán arreglarselas solos.
Pero la sociedad no se detiene, espera paciente mientras ayuda o reza, todo viene bien, parece distraida, en otra, pero en una especie de libreta imaginaria toma nota y cuando lo cree oportuno hace tronar el escarmiento.
Pega donde mas les duele: en las urnas.
Lo saben Cristina, Macri y lo va a aprender Milei.
Aunque muchas veces parezca , al final de la historia los PUEBLOS NO SE SUICIDAN.