Nos acostumbramos a escuchar todas las mañanas el número de muertos e infectados por Covid, junto con el pronóstico del día o el estado del tránsito. Como si cada uno de ellos no tuvieran nombres y apellidos, historias de vida, corazones que quedan rotos en el camino.

Es cierto que el hombre (como sujeto no como género), aclaración que vale porque increíblemente todavía discutimos eso, se acostumbra a todo. Pero, creo q ésta vez nos estamos pasando de la raya (como nos dirían cuando éramos niños).

La Pandemia visible es tremenda, dolorosa, agotadora, insoportable. Nos hace sentir vulnerables e indefensos, pero sabemos que tendrá un fin. Que una vacuna pondrá el Stop.

Pero la otra pandemia en la que estamos empantanados los argentinos es la del odio. A esta también le caben todos los mismos adjetivos que a la primera, pero la diferencia es que para esta no hay antídoto que se pueda elaborar en un laboratorio.

Ese odio se convierte en violencia, y ya no va en forma subterránea, sino que se exterioriza en las calles, en el trato cotidiano. Está en la tele, en los portales y, sobre todo, en las redes sociales. La opinión más desinteresada puede convertirse en la puteada más grande.

Te encasillan de un bando u en otro, como si se tratase de una guerra que en definitiva es contra nosotros mismos.

La política hace su parte, se entiende y es legítimo que así sea, porque es una lucha por el poder. Pero la pregunta que surge inevitablemente es: ¿Para que se quiere ese poder? ¿Cómo se lo usa?

Desde la Independencia hasta acá venimos escuchando sobre la UNIÓN DE LOS ARGENTINOS. ¿Y? ¿Qué esperamos?

Me niego a pensar que se necesitan más pobres o niños desnutridos, más muertes violentas evitables, más violencia de género, más chicos q salen de las escuelas sin saben leer, más laburantes (con ganas de...) sin trabajo, más presos libres o, peor aún, encerrados sin condena, más jueces corruptos (el mayor mal de nuestro país) o más gente pidiendo en las calles. BASTA. Basta.

Si no nos damos cuenta de esto tan básico, LA PANDEMIA DEL ODIO en la que estamos inmersos nos lleva puesto y para ésta NO HAY VACUNA.

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